24 de febrero de 2008

Ivanhoe

Como hace tiempo que no tengo tiempo de leer, voy a incluir un comentario acerca de un libro que ya leí hace tiempo, cuando nos íbamos a ir de vacaciones a Escocia. Entonces me apeteció leer el libro Ivanhoe del escocés Scott (que tiene una estatua en los jardines de Edimburgo muy cerca de donde está el cementerio con la tumba de Hume(habrá que leer algo de Hume))

¿Y por qué recordar ahora un libor leído hace 2 años? Pues porque ayer Bono (el del PSOE, no el de U2 dijo en un mitin: "No ha nacido todavía ni el castellano que valga más que el catalán ni el vasco que valga más que el andaluz" (el entrecomillado es de Europa Press). Pues bien, el matemático que hay en mi buscó un contraejemplo y, la verdad, tampoco le resultó muy difícil: El rey y sus hijos (y sus nietos, etc.)
Es algo que no deja de sorprenderme. Aparentemente los reyes (de España) van de "campechanos", fingiendo ser unos españoles más, pero siempre desde su privilegio (y con sus escoltas, sus saludos y su "distancia"). Además, en sus apariciones públicas, la gente se acerca a ellos para aplaudirles y aclamarles como si fuesen "divinos" y esto, cuando pueden, nos lo echan por la tele (y si no nos ponen a un montón de gente felicitandoles por sus cumpleaños).

Pues bien, sirva este post para contradecir al señor Bono (todavía queda una familia de privilegiados ¿hasta cuándo?) y también para ver como entresacando textos de las novelas de aventuras, también aparecen ideas, como la que sale en la página 117 de la edición de Ivanhoe de El País:


Aquellos que encontraban en la fisonomía del príncipe una audacia disoluta mezclada con una extremada altanería e indiferencia por los sentimientos del prójimo, no podían negar en su semblante cierta elegancia característica de los rostros despejados, bien formados por la naturaleza y modelados por el arte según las normas de la cortesía, de tal forma que sus facciones parecían tan francas y honestas que semejaban desconocer los ocultos y auténticos senderos de su alma. Una expresión como aquella suele confundirse con la franqueza, cuando en realidad se debe a la indiferencia de un caracter libertino, consciente de la superioridad de su nacimiento, de su fortuna y de algunas otras ventajas adventicias que nada tenían que ver con su mérito personal. Para aquellos que no pensaran tan profundamente, y estos eran la mayoría, el esplendor del rheno (o esclavina) del príncipe Juan, la riqueza de su túnica, (...), juntamente con la gracia con la que manejaba su corcel, era suficiente para merecer los clamorosos aplausos.



Vaya que seguimos como en los tiempos de Rey Arturo. Sólo hemos cambiado las túnicas por los trajes y el caballo por el Audi, pero siguen los aplausos del publico, con la ayuda de los políticos (y de la prensa (sobre todo TVE)) que siguen obviando que esa familia es una (irritante) excepción.

17 de febrero de 2008

Banderas quemadas

No soy lector de poesía, mejor dicho, sólo leo poesía por compromiso, aunque siempre el compromiso es agradable (o hasta ahora lo ha sido).

En este caso ha sido un ejemplar de Banderas quemadas cuyo autor (un compañero de trabajo) me hizo llegar. Se trata de una preciosa edición en un pliego realizada por el Instituto de Estudios Altoaragoneses con ilustraciones del propio autor. Once poemas y siete dibujos.

Me gusta más la cara A (la de delante) con poemas más breves que la de detrás (la B) dedicada a la Urbe (por cierto que le tengo que preguntar al autor por el nombre de esa Urbe (si es única))

Os voy a destacar uno de los poemas de esa cara A y que se titula Brecha



...y todos los brazos
de la tierra
no servirán
para abrazarnos,
tan solo
para abrir
más y más y más
la brecha.



Casi siempre nos empeñamos en separar lo que sería posible unir. Lo cierto es que vivimos en un mundo donde los brazos son más apreciados para empujar que para abrazar, como elemento disuasorio que amatorio. ¿Por qué nos cuesta tanto rozarnos con el de al lado? ¿En qué especie de burbuja necesitamos vivir para sentirnos protegidos? ¿En qué burbuja sobre la burbuja (pueblo, ciudad, país, continente, etc) nos escudamos para encontrarnos a nosotros mismos?

5 de febrero de 2008

Escrituras Ahuyentables "El educador mercenario"

Poco tiempo tengo para leer y también poco tiempo tengo para escribir y hacer de este blog un sitio vivo, pues esa era la voluntad inicial (y no solo ser un sitio en el que recoger fragmentos de libros). Que siga leer x hablar.


Llegué a Pedro García Olivo a través de un ex-alumno. Uno de esos que calificaríamos como un objetor escolar, aunque yo ni siquiera le recordaba. Él me dijo que erq un niño apático, que no le interesaba para nada lo que sucedía en la clase y que, a mitad de curso, se fué. Allí lo tenía delante de mi unos 9 o 10 años después en una mesa de la CNT desde la que vendía libros en una fiesta llamada del Sol organizada en el barrio de Torrero de Zaragoza (el barrio en el que nací).

Entre otros libros allí estaba un folleto de la Editorial Virus llamado El enigma de la docilidad, que más que por el título me llamó la atención por el subtítulo: Sobre la implicación de la escuela en el exterminio global de la disención y la diferencia. Compré ese y otros dos libros con el propósito (no podía ser otro) de leerlos.

Y los leí, pero a este le tocó primero y, después, contacté con Pedro para el programa de Radio Villacañas en el que colaboraba y le hice una entrevista radiofónica que está disponible aquí

También oteé su página web y allí encontré estas Escrituras ahuyentables I, fragmentos de otras entrevistas publicadas por el propio autor y disponibles en su web.

El fragmento que me llamó la atención es uno en el que declara sus intenciones, pero al ejemplificarla va más allá. Y fue ese más allá el que me interesó, pero no solo, porque a todo el que se dedique a la enseñanza, creo que la lectura de Pedro García Olivo es, al menos, turbadora y casi necesaria para reflexionar acerca de nuestro papel en el mundo que nos ha tocado vivir.


No dirijo mi crítica cotra la figura "clásica" del maestro, del profesor adicto al Sistema, "tradicional" en términos pedagógicos (...) Me parece que es ésa, como diría Marx, una "crítica sustancialmente acabada". Todas las "críticas sustancialmente acabadas" tienden a justificar lo establecido, legitimándolo 'por contraposición'; y a oscurecer, a obstruir, las "críticas por emprender", o "en curso", las críticas verdaderamente 'oportunas', 'peligrosas'. Por ejemplo, la crítica de la Dictadura, sustancialmente acabada, distrae de la crítica de la Democracia - y el recuerdo permanente de los horrores 'represivos' de las dictaduras (...) sirve a la "legitimación por contraposición" de las democracias, supuestamente no-represivas.



Quizá sí estemos a falta de una crítica de verdadero compromiso. Una crítica que vaya un poco más állá, que no nos instale en este conformismo de que lo que tenemos es lo mejor entre todo lo posible, porque si bien hay peor, también es posible que haya mejor.

El párrafo continúa centrandose en el tema del debate -no en vano Pedro se define como un anti-pedagogo:


En nuestro terreno, la crítica facilísma, ya hecha, acabada del "profesor tradicional" diluye y pospone indefinidamente la crítica, que considero inaplazable, del "profesor moderno", "progresista", "contestatario", del "profesor reformista".



Ahí queda, para que os animéis a leer la crítica de Pedro.