15 de junio de 2010

Patas Arriba

Quizá (seguro) influido por las noticias que hablan de recortes (económicos, sociales, etc.) he comenzado una oleada de lecturas que reflexionan y tratan de explicar lo que está pasando (y ha pasado) alrededor de esto que hemos convenido en llama "crisis financiera".

El primero de los libros es Patas Arriba de Galeano. Pido perdón por adelantado porque la cita es muy larga, pero para el que tenga paciencia de leerlo todo le propongo una adivinanza: ¿en qué año está escrito el libro? Ánimo y adelante:







«Según el diccionario, secuestrar significa "retener indebidamente a una persona para exigir dinero por su rescate". El delito está duramente castigado por todos los códigos penales; pero a nadie se le ocurriría mandar preso al gran capital financiero, que tiene de rehenes a muchos países del mundo y, con alegre impunidad, les va cobrando, día tras día, fabulosos rescates.
En los viejos tiempos, los marines ocupaban las aduanas (...) En la actualidad, en tiempos de democracia, los tecnócratas internacionales resultan más eficaces que las expediciones militares. (...)

Los países (...) son países cautivos, y los acreedores les descuartizan la soberanía, como descuartizaban a sus deudores plebeyos, en la plaza pública, los patricios romanos de otros tiempos imperiales.(...)
Esos países tienen la libertad de hacer lo que les mandan hacer unos señores sin rostro, que viven muy lejos y que, a larga distancia, practican la extorsión financiera.(...) La verdad única se impone con un fanatismo digno de los monjes de la Inquisición (...): se dicta exactamente la misma política para países tan diversos como Bolivia y Rusia, Mongolia y Nigeria, Corea del Sur y México.

A fines del 97, el presidente del Fondo Monetario Internacional, Michel Camdessus, declaró:
"El estado no debe dar órdenes a los bancos". Traducido, eso significa: "Son los bancos quienes deben dar órdenes al estado". Y, a principios del 96, el banquero alemán Hans Tietmeyer, presidente del Bundesbank, había comprobado: "Los mercados financieros desempeñarán, cada vez más, el papel de gendarmes. Los políticos deben comprender que, desde ahora, están bajo el control de los mercados financieros" (...)

La razón del mercado impone sus dogmas totalitarios, que Ignacio Ramonet llama globalitarios,en escala universal. La razón se hace religión, y obliga a cumplir sus mandamientos: sentarse derechito en la silla, no alzar la voz y hacer los deberes sin preguntar por qué. ¿Qué hora es? La que usted mande, señor. (...)

A las órdenes del mercado, el estado se privatiza. ¿No habría que desprivatizarlo, más bien, estando como está el estado en manos de la banquería internacional y de los políticos nacionales que lo desprestigian para después venderlo, impunemente, a precio de ganga? (...)

Los presidentes viajan por el mundo, convertidos en vendedores ambulantes: venden lo que no es suyo, y esa actividad delictiva bien merecería una denuncia policial, si la policía fuera digna de confianza. (...)

Dicen que la astrología fue inventada para dar la impresión de que la economía es una ciencia exacta. Nunca los economistas sabrán mañana por qué sus previsiones de ayer no se han cumplido hoy. Ellos no tienen la culpa. Se han quedado sin asunto, la verdad sea dicha, desde que la economía real dejó de existir y dejó paso a la economía virtual. Ahora mandan las finanzas, y el frenesí de la especulación financiera es, más bien, tema de psiquiatras. (...)

Un anillo digno de Saturno gira, enloquecido, alrededor de la tierra: está formado por los 2.000.000.000.000 de dólares que cada día mueven los mercados de las finanzas mundiales. (...)

Wall Street es actualmente el centro de la gran timba electrónica universal, y la humanidad entera está prisionera de las decisiones que allí se toman. La economía virtual traslada capitales, derriba precios, despluma incautos, arruina países y, en un santiamén, fabrica millonarios y mendigos. En plena obsesión mundial de la inseguridad, la realidad enseña que los delitos del capital financiero son mucho más temibles que los delitos que aparecen en las páginas policiales de los diarios. (...)

George Soros, el especulador más exitoso del mundo, que amasó una fortuna derribando sucesivamente a la libra esterlina, la lira y el rublo, sabe de qué está hablando cuando comprueba:
"El principal enemigo de la sociedad abierta, creo, ya no es el comunismo, sino la amenaza capitalista".
El doctor Frankenstein del capitalismo ha generado un monstruo que camina por su cuenta, y no hay quien lo pare. Es una suerte de estado por encima de los estados, un poder invisible que a todos gobierna, aunque ha sido elegido por nadie.
En este mundo hay demasiada miseria, pero hay también demasiado dinero, y la riqueza no sabe qué hacer consigo misma. En otros tiempos, el capital financiero ampliaba, por la vía del crédito, los mercados de consumo. Estaba al servicio del sistema productivo, que para ser necesita crecer: actualmente, en plena desmesura, el capital financiero ha puesto al sistema productivo a su servicio, y con él juega como juega el gato con el ratón. (...)


Rara vez las crisis bursátiles hieren de muerte a los sacrificados millonarios que día tras día, curvada la espalda sobre la computadora, las manos callosas en el teclado, redistribuyen la riqueda del mundo decidiendo el destino del dinero, el nivel de las tasas de interés y el valor de los brazos, de las cosas y de las monedas.» (páginas 197 a 209 de la edición de bolsillo)








A mi, tras leer esto (escrito en 1998) y que se refiere principalmente a la crisis de finales de los años 90 en América Latina, sólo me queda decir, parafraseando a Brecht (aunque hay quien señala que la frase no es suya) que «ahora vienen a por nosotros, pero ya es tarde».

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