20 de abril de 2008

La conquista de la felicidad

Como ya os dije, hay libros que se valoran más por lo que provocan que por lo que son en sí mismos. En mi caso un (para mí) mal libro como El laberinto de la felicidad, provocó, al menos dos cosas: La primera, la lectura de libros acerca de la felicidad que tenía en la "lista de espera". y la segunda, que retomara la lectura después de un paréntesis (no totalmente opaco) de unos tres meses.

El libro que nos ocupa en este caso es una autoayuda filosófica escrita en los años 30 del siglo pasado y esto es algo que se nota; los comentarios y ejemplos están muy referidos a esa época y a un país (inglaterra), de todos modos contiene reflexiones bastante interesantes y recetas que, quizá, no sean tan fáciles de seguir como piensa el autor.

Del libro me quedo con algunas citas. La primera


"Para ser feliz en este mundo, sobre todo cuando la juventud ya ha pasado, es necesario sentir que uno no es sólo un individuo aislado cuya vida terminará pronto, sino que forma parte del río de la vida, que fluye desde la primera célula hasta el remoto y desconocido futuro."



Que me trae a la mente este poema de Ángel González (el primero del libro 1001+19=120 poemas:


"Para que yo me llame Ángel González,
para que mi ser pese sobre el suelo,
fue necesario un ancho espacio
y un largo tiempo:
hombres de todo mar y toda tierra,
fértiles vientres de mujer, y cuerpos
y más cuerpos, fundiéndose incesantes
en otro cuerpo nuevo. (...)"



Sin duda es un auténtico placer fundirse en un nuevo cuerpo y participar del río de la vida. Sin duda que esto es una fuente de felicidad (al menos así lo vivo yo, y así se plasma en mi vida y en mi lectura, que siempre acaba acordándose de esta experiencia vital). Para ejemplo la segunda cita del libro que os planteo y que también viví en carne propia en mi juventud.



"Viejos y jóvenes, en cuanto alcanzan la edad de la discreción, tienen igual derecho a decidir por sí mismos y, si se da el caso, a equivocarse por sí mismos. No se debe aconsejar a los jóvenes que ceda a las presiones de los viejos en asuntos vitales."



Tengo que agradecer a todos los adultos que me rodearon en mi juventud que me dieran permiso para equivocarme. Ahora puedo decir que no siempre me equivoqué y que pienso que ellos no se equivocaron al actuar así. Espero no equivocarme yo cuando me toque estar al otro lado.

Para terminar, otros dos "consejos" que me han parecido interesantes, menos personales y más sociales. La primera de la página 91:


"La próxima vez que lleve a sus hijos al parque zoológico, fíjese en los ojos de los monos: (...) muestran una extraña tristeza cansada. (...)
En el alma del hombre civilizado parece haber penetrado parte de esa misma tensión y angustia. Sabe que existe algo mejor que él y que está casi a su alcance; pero no sabe dónde buscarlo ni como encontrarlo."



Y esta de la página 130:


"Una sociedad compuesta por hombres y mujeres que no se somenta demasiado a los convencionalismos es mucho más interesante que una socieda en la que todos se comporten igual."



Relacionando y concluyendo: Que nuestra sociedad no se convierta en la cárcel que se refleja en los ojos de los monos. Somos humanos y podemos huir de convencionalismos y mantener muestra identidad personal y cultural. Hay vida más allá del consumo y la economía, o, dicho de otro modo, somos más que consumidores.

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