7 de julio de 2010

La catástrofe perfecta

Segunda entrega, tras la anterior de aproximación científico-ecológica al problema de la crisis actual, nos encontramos con este pequeño libro en el que la aproximación se hace a través de la historia reciente y los acontecimientos de los últimos años que, iluminados por la actual crisis, toman todo el significado.
En mi opinión este libro está bien como acercamiento histórico y como explicación de algunas de las ingenierías financieras que nos han traído hasta aquí, pero falla al tratar de explicar lo que va a suceder, pues apuesta por que los mercados soliciten a los gobiernos la regulación de la que ellos mismos no han sido capaces de darse. Para mí que la voracidad de los mercados y la máxima de que las ganancias tienen que ser cada vez mayores, van a tratar de impedir cualquier regulación, toda vez que ya saldrán los gobiernos al rescate si vuelve a ser necesario. La cita deja bien claro en manos de quien estamos:

«El mercado y el sector privado destruyen lo colectivo y se apropian de las esferas pública y social. Lo cual provoca una competencia generalizada: el mercado contra el Estado, el sector privado contra el sector público, el individuo contra la colectividad, el egoísmo contra la solidaridad. (...)
Este capitalismo neoliberal constituye una inmensa ruptura económica política y cultural. Somete a las empresas y a los ciudadanos a una imposición única: adaptarse, a fin de plegarse mejor a los anónimos mandatos de los mercados financieros. Condena de antemano -en nombre del realismo- toda veleidad de resistencia o disidencia. Y golpea con oprobio todo sobresalto proteccionista, toda búsqueda de alternativa, todo intento de regulación democrática, toda crítica a los mercados omnipotentes.» (p. 46)

Nada me hace sospechar que las cosas vayan a ser de otro modo. El susto queda para los otros, las consecuencias se nacionalizan y los beneficios siguen (y seguirán) a buen recaudo. Las últimas medidas de los gobiernos europeos al respecto no dejan lugar a dudas: el mercado manda y, como dice Galeano: ¿Qué hora es? La que usted mande señor.


No hay comentarios: