En primer lugar, y aunque el libro del Lovelock puede interpretarse como una defensa de la energía nuclear, en La venganza de La Tierra se expone claramente la problemática de una Tierra viva de la que somos parte y de la que
«No estamos mejor cualificados para ser los administradores o promotores de la Tierra de lo que las cabras lo están para ser jardineros.» (p. 200)
Dicho esto, y con las contradicciones implícitas de quien sabe que no es ni puede ser mejor jardinero que una cabra y aún así se atreve a dar consejos sobre como cuidar el césped, una cosa queda clara y es evidente. Vivimos por encima de las posibilidades del planeta y quizá él esté respondiendo. En todo caso, y como dijo en El contenedor del 19 de diciembre de 2006 Luis Pomar, lo que está en peligro no es la vida en La Tierra, sino la supervivencia de la especie humana, que es una cosa bien distinta, como bien distinto es que podamos hacer algo para evitarlo.«La ideología de la sociedad industrial, basada en el crecimiento económico, niveles de vida cada vez más altos y la fe en que la tecnología lo arreglará todo es insostenible a largo plazo. Para cambiar nuestras ideas tenemos que trabajar hacia el objetivo de una sociedad humana en la que la población, el uso de los recursos, el procesamiento de residuos y el medioambiente muestren en términos generales un saneado balance.» (p. 214)
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