13 de julio de 2010

Su crisis y la nuestra

Tercera (y penúltima) entrega, ahora con este panfleto en el que, al menos se busca una solución ajena a la propaganda general de que lo que necesitamos es crecimiento económico.
Parece claro que las altenativas no pueden salir de los partidos políticos, demasiado enredados en la defensa de las cosas como están y poco dados a discutir la hegemonía de los mercados. Habrá que mirar para otro lado y pensar en la alternativa, el decrecimiento, pero lejos de la partidocracia en la que, lamentablemente, vivimos:

«Esta matriz libertaria (del decrecimiento) tiene una secuela importante: el progresivo, y afortunado, abandono de la idea de que para hacer algo es inexcusable disponer de organizaciones políticas en el sentido partidario que comúnmente se atribuye a este término. (p.106)»
Para resumir en qué consiste el decrecimiento, voy a encadenar algunas fragmentos del libro, aunque para saber bien lo que es, hay que leer más (incluido yo), aunque con esto ya vale para ir haciéndose una idea.
«el crecimiento facilita el asentamiento de un modo de vida esclavo que nos hace pensar que seremos más felices cuantas más horas trabajemos, más dinero ganemos y, sobre todo, más bienes acertemos a cosumir» (p. 38)
«Del decrecimiento pueden derivarse, por otra parte, ventajas en lo que se refiere a la preservación del medio ambiente, el bienestar de las generaciones futuras, la salud de los consumidores y las condiciones de trabajo. (...) ahora estamos en la obligación de enunciar otra certeza: si no decrecemos voluntaria, racional, solidaria y ecológicamente, tendremos que hacerlo llevados por las circunstancias.» (p.52)
«el problema principal no nace, en modo alguno, de la aplicación técnica de un programa de decrecimiento. Nace, antes bien, de la dificultad de modificar muchos de nuestros chips mentales en el sentido que invocaba Gandhi cuando afirmó que la cima de la civilización no debe asentarse en el designio de poseer, de acumular, cada vez más, sino en el de reducir y limitar las necesidades.» (p.56)
«el proyecto alternativo - primacía de la lógica social frente al consumo y la propiedad, reparto del trabajo, renta básica, ocio creativo, reducción del tamaño de muchas infraestructuras, preponderancia de lo local sobre lo global, austeridad y sencillez voluntarias - » (p.61)
«no implica en modo alguno, antes al contrario, una general infelicidad. Trabajaremos menos y, muchos, ganaremos también menos dinero, pero disfrutaremos de más tiempo para otros menesteres, y demostraremos fehacientemente que es posible vivir, más felices, consumiendo mucho menos y asumiendo, claro, un ambicioso proyecto de redistribución de la riqueza.» (p.64)
Pues eso, que alternativa si hay. Otra cosa es que haya voluntad para llevarla adelante, y mucho más por medio de una clase política que se debe al sistema que los sostiene. En todo caso y como se cita en el texto, a veces son las circunstancias las que llevan al decrecimiento, aunque sea por medio de un decreto en el que te rebajan el sueldo.

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